miércoles, 8 de julio de 2009

La situación en Honduras

Contexto

El pueblo hondureño sufrió el 31 de mayo de 2009 un fuerte sismo. Acaso presagio, no pocas veces un temblor precede (¿o precipita?) la desarticulación del tejido social. La precaria paz que se instala en los países con divisiones políticas y/o sociales tan grandes, sostenida sólo por alfileres, cede ante el terremoto sociopolítico. Así, el 28 de junio de 2009 Manuel Zelaya, presidente democráticamente electo de 2006 a 2010 con un 28% del electorado hondureño, fue arrestado en su domicilio y llevado por la fuerza a Costa Rica. Calificado de ser un ‘terrateniente que se enamoró de la izquierda’, fue pieza clave para la inclusión de Honduras en el ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) al tiempo de tener un acercamiento con Hugo Chávez en particular, y con los gobiernos “de izquierda” en general. Sin embargo, el hecho se dibuja lejos de sorpresivo, pues ya habrían existido declaraciones previas que advirtieran de este peligro.

La remoción, que para algunos al interior de Honduras se limita a la ejecución de una resolución de la Suprema Corte de Justicia, fue calificada de golpe de estado por la comunidad internacional. En consecuencia, la ONU (Organización de Naciones Unidas) pide desde su Asamblea General la reinstauración de Zelaya para que cumpla con su mandato completo. Por su parte, la OEA (Organización de Estados Americanos) otorga un ultimátum de 72 horas para que Zelaya vuelva a su función. El presidente hondureño interino, Roberto Micheletti, no solo se niega a estas peticiones, sino que advierte que si Zelaya intenta regresar, será inmediatamente encarcelado. Acto seguido, se suspenden los créditos otorgados a Honduras por parte del Banco Mundial, al tiempo de que la OEA señala que la única solución al problema se encuentra en la aislamiento del gobierno ilegítimo. Micheletti, decide entonces que la convocación temprana a elecciones es factible para salir del impasse, sin por supuesto tomar en cuenta a Zelaya como posible candidato. Algunos medios incluso citan conexiones del depuesto presidente con el narcotráfico.

Sin embargo, a pesar de las medidas económicas, no existe variación en el tipo de cambio del lempira frente al dólar desde que se anunció la remoción. Lo anterior parece coherente con los reportes de empresas y de industrias referente a que el golpe de estado parece no tener efecto negativo sobre la continuidad de la producción, notablemente la del café, entre otros.

¿Ecos del pasado?

Los golpes de estado en Centroamérica de la década de los sesenta y setenta reverberan en el inconsciente histórico regional, si bien el contexto actual no es el mismo. En efecto, la Escuela de las Américas sometida a revisión, los medios de comunicación sin control como el Internet y las redes sociales como Twitter, aunado lo anterior a la condena monolítica de la comunidad internacional, dificultan la labor de represión. Ello no significa que no exista, como lo han demostrado las reiteradas peticiones de libertad de prensa y respeto a los derechos humanos por parte de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y Amnistía Internacional respectivamente. Y, si bien existe la suspensión de préstamos por parte del Banco Mundial y el cese a la negociación de acuerdos entre Centroamérica y la Unión Europea, la economía hondureña no se ve afectada puesto que su principal comprador, EEUU (67.2%, importa de EEUU el 52.4%), no ha cesado su participación. De igual manera, es notoria la ausencia de una “advertencia de viaje” hacia Honduras por parte del Departamento de Estado. La declaración por parte de la cancillería estadounidense de no estar involucrado dicho país en este golpe refleja la verdad del dicho “a explicación no pedida”…

México y Honduras

Como pocos acontecimientos, el golpe en Honduras ha logrado una reacción internacional conjunta que denuncia la ilegalidad de la remoción de Manuel Zelaya. La condena se presenta desde países como EEUU hasta la Venezuela chavista, pasando por México, los países de la UE (Unión Europea) y los organismos internacionales. Incluso, el retiro de los embajadores de los ‘países de izquierda’ (sic) se extiende a México, países centroamericanos, europeos; con la notable excepción de EEUU. La condena se encuentra igualmente desde la Internacional Socialista hasta MERCOSUR o el Banco Mundial.

Parece ser que esta unión del espectro político se ha traducido también al plano nacional mexicano, puesto que el PRI, PAN y PRD han aplaudido la política de no reconocimiento por parte del gobierno mexicano a Michelletti. Si bien se entiende que el no reconocimiento de los gobiernos de otros países forma parte de la Doctrina Estrada , ello no ha impedido que existan alabanzas a la diplomacia mexicana tanto al interior del país, como con sus vecinos latinoamericanos. La recuperación del papel de líder en la región, aunque sea únicamente en el ámbito político, se antoja como un retorno al activismo mexicano de Contadora. Asimismo, el timing político es inmejorable: apoyar la restitución democrática de un líder en medio de una crisis en la creencia del sistema democrático mexicano, simbolizado por la fuerte promoción y aceptación de la propuesta del voto blanco.

Por otra parte, se ha declarado que la eventual suspensión de actividades comerciales en Honduras a raíz del golpe tendría pocos efectos sobre la economía mexicana. En efecto, las exportaciones de México a Honduras representan para este último solamente el 4.5% del total de sus importaciones.

En un plano más oficial, es de resaltarse el papel de México dentro de la región, pues al tiempo de hacer declaraciones en conjunto con el Grupo de Río, en su calidad de secretario pro témpore, es el primer país con el cual Insulza se entrevista de manera individual para consultar acerca de lo procedente en la solución al conflicto. Asimismo, México se erige en miembro de un grupo de trabajo constituido asimismo por Bolivia, Canadá, Guatemala y Jamaica que desde Tegucigalpa podría ayudar como árbitro para establecer el diálogo en Honduras. Sin embargo, los esfuerzos de la cancillería mexicana no parecen haber tenido efecto, pues se produce de todas maneras el arresto y la expulsión de Zelaya.

Las consecuencias

Además de la obvia consecuencia política de ser aislado, mediante la eventual expulsión de la OEA y la eventual delegación del problema al Consejo de Seguridad de la ONU (situación que representaría tristemente la ineficiencia de los mecanismos regionales para proporcionar estabilidad), las consecuencias económicas para el segundo país más pobre del continente americano ya comienzan a reflejarse. Muchas empresas declaran ya dificultades para poder efectuar sus pagos, además de que Venezuela interrumpió el suministro 20, 300 barriles diarios de petróleo y que la suspensión del financiamiento internacional ascienda a 450 millones de dólares. Sin embargo, los efectos negativos también se extienden a la región centroamericana, que ya declara pérdidas por 20 millones de dólares con el cierre de las fronteras hacia Honduras, el cual tuvo que ser suspendido después de solamente dos días. Asimismo, el ambiente cada vez se enrace más, con las declaraciones del embajador nicaragüense ante la OEA de que el gobierno golpista planea denunciar a Nicaragua, Venezuela y Cuba como países promotores de acciones militares en contra de Honduras.